Andrés Manuel López Obrador tiró ayer el anzuelo y Alejandro Moreno Cárdenas lo mordió.
Adelantándose al Instituto Nacional Electoral (INE) y a los institutos estatales, el tabasqueño que anda feliz, feliz, feliz dio los resultados de las elecciones y las calificó. En vivo, en la conferencia de Palacio, decidió quién es el ganador y quién el perdedor.
Dolido aún por la paliza en la CDMX y el Estado de México, donde Movimiento Regeneración Nacional (Morena) perdió alcaldías y presidencias municipales claves, se concentró en la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
Sí, esa que ahora los que trabajan con la izquierda pero cobran con la derecha dicen que no se perdió porque no existe y que Morena, en consecuencia, jamás la tuvo, pero que presumían en la actual legislatura y construyeron con base en triquiñuelas.
Los diputados trapecistas de los partidos rémoras, incluido Mario Delgado Carrillo, que llegó a San Lázaro con el Partido del Trabajo (PT), le sirvieron para hacerse de la mayoría, apoderarse de la Mesa Directiva y de la Cámara.
Andrés Manuel trae aún en la agenda para lo que resta de su sexenio reformas varias.
Y son constitucionales, para lo que requiere esa mayoría calificada.
Morena tendrá 198 diputados, lo que le da mayoría simple -más curules que todos-, pero no la mayoría absoluta, que es 250 más uno y, mucho menos, la calificada, que requiere las dos terceras partes -334- de los 500 legisladores.
Con sus rémoras -PT y Verde- consigue, de calle, la mayoría absoluta, pero, con los 292 que sumaría máximo, se queda a 42 de la anhelada cifra.
Por eso Andrés Manuel deslizó, así como no queriendo, que podrían buscar al PRI, de Alejandro Moreno, que ya los ha apoyado en las reformas como la de la Guardia Nacional.
¿Y cómo podría López Obrador convencer a los priístas?
Sencillito: basta ver cómo la Secretaría de la Función Pública (SFP) inhabilitó ayer a Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, pero, principalmente, amigo y operador de Enrique Peña Nieto.
Videgaray Caso es lo que hoy Marcelo Ebrard Casaubon a Andrés Manuel.
Vicepresidente.
De ese calibre es el golpe que el tabasqueño dio ayer a los priístas.
Y ese es el mensaje.
Alito dijo en diversas entrevistas que sí, que están dispuestos a dialogar con Andrés Manuel, pero no en lo oscurito.
No obstante, reculó.
Ya en grupo, con Marko Cortés y Jesús Zambrano, líderes del PAN y del PRD, respectivamente, aunque insistió en que si las propuestas favorecen a México podrían apoyarlas, aseguró que no los van a callar y que no podrán intimidarlos para someterlos.
¿Qué significa en castellano?
Que aunque les saquen sus expedientes y los amenacen con procesarlos y enviarlos al tanque, como han hecho con Videgaray Caso -para lo que han utilizado a Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex)- o con Miguel Angel Osorio Chong, ex secretario de Gobernación peñista, se mantendrán firmes y unidos para ganar 2022, 2023 y 2024.
Cortés soltó una frase que marcará el destino de esta alianza antinatura, pero necesaria para la oposición por ser la única:
-No podemos fallar a la confianza que nos dieron los mexicanos, hartos de Morena.
Eso quiero verlo.
De ellos dependerá que su exitosa alianza -porque lo fue- sume triunfos o que se vaya al basurero de la historia.
Comparado con 2018, cuando López Obrador sumó 31.1 millones de votos, Morena perdió 15 millones de sufragios, de acuerdo a los resultados finales del PREP, aunque haya ganado once gubernaturas.
Por eso Andrés Manuel busca la mayoría calificada.
Porque le preocupa, porque no lo asimila.
Los vividores
Los farsantes del Partido Encuentro Solidario (PES), antes Encuentro Social, que rescató Andrés Manuel por ser aliados, nuevamente no alcanzan el porcentaje mínimo para mantener el registro.
Con ellos se irán el Partido Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas.
Vividores.
Vámonos: Alfonso Ramírez Cuéllar, que se siente dueño de San Lázaro y de Morena, se va. Se le termina la beca, porque no consiguió la reelección.
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