La Fiscalía General de la República (FGR) concluyó que los sobornos por diez millones de dólares de la brasileña Odebrecht fueron entregados sólo a Emilio Lozoya Austin y a su familia y que fue después de la campaña electoral de 2012, por lo que Enrique Peña Nieto no recibió dinero ilegal.
La conclusión de la fiscalía que dirige Alejandro Gertz Manero deja al hijo de Emilio Lozoya Thalmann como el único servidor público -era director de Petróleos Mexicanos – que enfrentará a la justicia por lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho.
Y pide para él nomás 46 años de prisión.
Y 23 para su madre, Gilda Susana Austin, por cómplice.
La conclusión es irrisoria y contradictoria.
¿Cómo es posible que un presidente no se entere de lo que hacen sus subordinados?
Y la acusación de la FGR no implica a nadie más.
Pero hay más.
No existe ningún elemento que vincule los diez millones de dólares que recibió presuntamente Lozoya Austin con los cañonazos que éste asegura se entregaron a senadores y a diputados del Partido Acción Nacional (PAN) para la aprobación de la reforma energética.
¡Bingo!
En consecuencia, Ricardo Anaya Cortés, ex candidato presidencial del albiazul y acusado de recibir unos cuantos milloncitos por su voto, está más limpio que la conciencia de José Ramón López Beltrán, quien vive como marqués pero de a fiado y gracias al sudor de su frente en Houston, Texas.
Precisamente ayer, Ricky Riquín Canallín, como le llamó López Obrador en un debate allá por 2018, volvió a faltar a la audiencia programada y ahora la FGR podría solicitar una orden de aprehensión en su contra.
Lo acusan de cohecho, asociación delictuosa y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
¿Y cómo va a probar la acusación si en el otro proceso, vinculado por ser el caso Odebrecht, ya dijo que no hay elementos para hacerlo?
¿De dónde salió el dinero que presuntamente se entregó a legisladores por levantar su dedito a favor de la reforma?
Como dice un clásico:
¡Que alguien me explique!
Sin autenticidad
Ridículo, cómo Claudia Sheinbaum Pardo defiende a Andrés Manuel.
Ya ni se preocupa por no ser tan evidente.
Falta de personalidad y autenticidad, repite el discurso, los conceptos, las frases, los tonos.
Palabras que en su vida había utilizado y que, ahora, hasta se las aprende para repetirlas una y otra vez.
“Conservadores, neoliberales, aspiracionistas” y más.
Lo que le importa es 2024.
Lo demás es lo de menos.
Vámonos: Ni ha cedido ni ha pasado la peligrosidad de Covid.
albermontmex@yahoo.es @albermontmex