TULTITLÁN, MÉX.- El futuro es incierto para ellos: son desertores de las escuelas, están decepcionados de los sueldos y prefieren no trabajar, son los jóvenes mexiquenses.
Saben que difícilmente podrán tener acceso a una casa propia, a un coche, al seguro social o la posibilidad de realizar un viaje al extranjero; son parte de una generación de mexicanos sin sueños envuelta en la pesadilla de la crisis económica.
A estos jóvenes se les conoce ya como “los nini”: ni estudian ni trabajan, lo que ha sido documentado por la Universidad Nacional Autónoma de México que ha revelado que superan los siete millones de ellos en México; asimismo, diversos medios informativos ya los clasifican cómo una nueva “tribu” de jóvenes desencantados con la realidad económica de México y la debilidad del sistema educativo del país.
Según cifras del Instituto Mexicano de la Juventud en la actualidad existen siete millones de jóvenes bajo esa condición y, lo peor: la cifra va en aumento.
“Los nini”, paradójicamente, son el futuro sin ninguna clase de porvenir y para colmo también son presa fácil para el crimen organizado.
Hasta ahora, las autoridades desconocen el número de jóvenes que han sido empleados por el narcotráfico, pero recientemente la Secretaría de Defensa destacó que en los últimos tres años, unos mil 200 jóvenes murieron en enfrentamientos entre cárteles rivales.
Por otra parte, el Instituto Nacional de Educación para los Adultos informó que en los últimos años unos 17 millones de personas abandonaron sus estudios en el nivel básico, la mayoría por necesidades económicas.
Además, el panorama no es halagador para los recién egresados de las universidades del país, ya que el sueldo promedio es de 6 mil 600 pesos mensuales (515 dólares), según datos de la Secretaría de Educación Pública.
La mejor forma de combatir este fenómeno social es implementar, en conjunto con las instancias gubernamentales, talleres para instruir cursos para emplear el tiempo de los jóvenes, crear espacios para apoyar a madres solteras o a familias donde los dos padres trabajan y evitar que los jóvenes sean víctimas de la industria del ocio, así como fomentar oportunidades laborales y educativas para todos.