Cincuenta ejecutados en Sinaloa y Jalisco y amenazas a sus respectivos gobernadores, dieron la bienvenida al secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, esta semana. El joven funcionario, que ha sido de todo en el gobierno de Felipe Calderón, pero se le recuerda más recientemente como vocero anticrimen y fugaz director del Centro de Investigación y Seguridad Nacionall (Cisen), aún no terminaba de conocer al personal a su mando cuando ya tenía medio centenar de muertos en su escritorio.
Y mientras eso sucedía, la Encuesta sobre la Percepción de la Inseguridad Ciudadana, de Consulta Mitofsky y México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) dada a conocer confirmaba lo que es un secreto a voces: En México ocho de cada diez personas creen que la seguridad es peor a la de hace un año y sólo uno de cada diez cree que el gobierno ganará la guerra al crimen organizado.
Y por temor a ser víctimas de delitos, se modificaron hábitos. El 65 por ciento redujo el monto del dinero que porta y 57 por ciento prefiere no usar joyas.
El 45 por ciento no sale de noche; 43 por ciento prohíbe a los niños jugar en la calle y 30 de cada cien no usa taxis. Qué bonito, ¿verdad?
La obsesión de Calderón ha ido en aumento, porque esto comenzó como una estrategia para legitimarse después de su triunfo aiga sido como aiga sido –Calderón dixit- en las elecciones presidenciales.
Un golpe similar al de Carlos Salinas de Gortari, que encarceló a Joaquín Hernández Galicia La Quina igualmente para legitimarse tras despojar del triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, y al de Ernesto Zedillo, quien hizo lo propio con Raúl Salinas de Gortari, hermano de Carlos, cuando éste lo culpaba de los famosos errores de diciembre, que llevaron al país en 1994 a la peor crisis económica de la época reciente.
Cuando inició el envío de militares a Michoacán en 2006, Calderón jamás midió el alcance y poderío de los criminales y ahora no hay modo de echarse para atrás. Sí, aunque lo niegue y diga que se equivocan quienes piden el fin de esta guerra sin sentido, no hubo ni hay estrategia, porque al crimen no puede enfrentársele sólo capturando o matando a sus líderes.
¿Motivos? Todos, pero principalmente porque al otro día ya hay otro cabecilla y porque mientras no sea una estrategia integral que ataque sus recursos y poderío económico y se generen empleos y educación para quienes lo necesitan, especialmente los jóvenes, el éxito de los narcotraficantes está asegurado.
Cuando faltan un año y días para que concluya el calderonismo, está claro que lo menos importante es el combate al narcotráfico. Ahora, la obsesión es ligar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el narcotráfico y al Partido de la Revolución Democrática (PRD) con la violencia y la intolerancia. Ese será el discurso hasta julio de 2012.
En la celebración del 101 aniversario de la Revolución Mexicana en Los Pinos, el domingo veinte de noviembre, Calderón llamó -¡vaya noticia!- a evitar la intromisión del narcotráfico en las elecciones presidenciales de 2012.
“México necesita demócratas que sigan defendiendo la libertad y la efectividad del voto, que participen en las elecciones con pleno respeto a las reglas e instituciones electorales”, dijo como recargón al PRD.
Y remató con el llegue al PRI: “Demócratas que entiendan que eludir la responsabilidad primaria de cumplir y hacer cumplir la ley, de claudicar o aun pactar con quienes pretenden arrebatar a los mexicanos la libertad es ética, moral y políticamente inaceptable y rechacen prácticas que vean en electores un botín político”.
¿Y Poiré?
Ah, sí; condenó enérgicamente, en la 26 Conferencia Nacional de Procuración de Justicia en Acapulco, Guerrero. “No existe nada más falso que llamarle ‘la guerra de un gobierno’, ya que esto es una tarea que la sociedad merecía y que ha demandado particularmente desde mediados de la década pasada”.
Poiré, con el mismo discurso, dijo que debe continuar el perfeccionamiento de los C4 –sistemas de vigilancia estatales-, la depuración de las policías locales, los mecanismos de denuncias y la verificación de que éstas sean atendidas.
Dos matanzas ligadas, según los mensajes, y la escalada que se temía: amenazas abiertas a dos gobernadores: Sinaloa, con Mario López Malova, y Jalisco, con Emilio González Márquez.
Bastó un minuto para tirar los 26 cuerpos en Guadalajara. De las 6:00 horas con 11 minutos 45 segundos, a las 6:00 horas con 12 minutos 25 segundos. ¿Y la policía? Como siempre: llegó cuando todos se habían ido.
Y no es casualidad. La masacre de Boca del Río, Veracruz, ocurrió un día antes de la XI cumbre de procuradores y presidentes de los tribunales de justicia. Las de Culiacán y Guadalajara, unas horas antes del arranque de la reunión mencionada de procuradores.
Y el gobierno estatal, a través de Fernando Guzmán Pérez, subsecretario de Gobierno, de inmediato, tal como ocurrió en Veracruz con los 35 ejecutados tirados en pleno boulevard Adolfo Ruiz Cortines, dijo que esta masacre es por la disputa entre cárteles del narcotráfico y no contra la población civil. Es decir: “se lo merecían”.
El viernes 25 de dieciocho cuerpos fueron identificados, sólo a cinco se les habían confirmado antecedentes penales. Hay profesionistas y trabajadores. Al fin que ya están muertos ¿no?
Calderón: crímenes de lesa humanidad
La denuncia que activistas mexicanos de derechos humanos interpusieron ante la Corte Penal Internacional de La Haya para que investigue al presidente Felipe Calderón, al secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, a mandos del Ejército y la Armada y a Joaquín El Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, pretende saber si se han cometido crímenes de lesa humanidad o de guerra y que se castiguen.
Netzai Sandoval, abogado activista de derechos humanos, presentó ayer la acusación solicitando una investigación por la muerte de cientos de civiles a los que el gobierno ha llamado daños colaterales, a manos de los militares y de narcotraficantes en México, donde hay más de cincuenta mil muertos desde 2006. La acusación es por permitir a sus subordinados matar, torturar y secuestrar a civiles.
La Corte juzga casos de crímenes de guerra, genocidio y crímenes de lesa humanidad en países que no quieren o pueden procesar los delitos por su cuenta.
Esta denuncia se suma al informe de Human Rights Watch que documenta 170 casos de tortura, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones. Gobernación -sí, Poiré- desestimó la denuncia.
Testigo protegido a colaborador
Resulta que en la Cámara de Diputados se aprobó una ley en la que, entre otras cosas, los testigos protegidos pasan a colaboradores y tendrán garantizada la protección del gobierno mientras ayuden en un proceso judicial.
Los soplones, traicioneros, ponedores y más, ahora recibirán todo tipo de garantías si con su información colaboran para atrapar a algún malandrín. La Ley Federal para la Protección a Personas que intervienen en el Procedimiento Penal –¿así o más largo?- distingue las figuras de personas protegidas y testigo colaborador.
Se avaló crear un Centro Federal de Protección a Personas. El priísta mexiquense, Humberto Benítez Treviño, presidente de la Comisión de Justicia, indicó que con esta primera ley para protección de los testigos protegidos, se reconocen figuras como víctima, testigo incidental y los testigos colaboradores.
Alarman con las Afores
Y esos periodistas a modo, que sirven a intereses del gobierno, ya comenzaron la guerra sucia en contra de Andrés Manuel López Obr-amor (AMLOVE). Desde el miércoles se publicó que en el plan de gobierno del tabasqueño se contempla tomar el cincuenta por ciento de los recursos de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) en proyectos petroquímicos.
Sí. ¿Y? Actualmente, más del cincuenta por ciento de los recursos de las Afores ya están en bonos mexicanos y se juegan en la Bolsa, de acuerdo con la edad del trabajador. Además, decenas de empresas privadas y proyectos del gobierno se financian con esos recursos. El dinero de las Afores está prestado. Insisto, sólo buscan golpearlo.
Golpetea Beltrones
Tras bajarse del camión, Manlio Fabio Beltrones no ha dejado de golpetear, pese a su carta de unidad y donde aseguró que no habrá ruptura en el PRI.
Insiste en evidenciar a Humberto Moreira, líder nacional del tricolor, a quien le ha pedido varias veces que explique la deuda de 34 mil millones de pesos que dejó en Coahuila. El sonorense critica la coalición con el Panal de La Maestra Elba Esther Gordillo.
Y razón no le falta, pero si el discurso es la unidad, ¿entonces para qué continuar pegando? ¿Y dónde queda la alianza con el Partido Verde, del vividor Niño Jorge Emilio González Martínez y el poco agraciado Arturo Escobar?
Manlio no quiere a Moreira, eso es más que evidente.
Y el registro de Peña Nieto
El domingo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) volvió a vivir las épocas idas. Matracas, aplausos, besos, tortas, agradecimientos, abrazos y felicitaciones después de que Enrique Peña Nieto se registró como precandidato a la presidencia al filo del mediodía. Tras la salida de Beltrones, el mexiquense es el único candidato en el tricolor y el rival a vencer.
Sueña doña Gaby
¿Qué le parece doña Gabriela Cuevas? ¡No, si esto de la política es un circo!
Mire que de la delegación Miguel Hidalgo, donde dejó la administración hecha bolas y con obras a medias para irse como diputada federal –obvio, del PAN-, ahora quiere treparse al microbús con destino al Gobierno del Distrito Federal (GDF).
¡Qué descaro! ¿No se supone que cuando alguien asume una responsabilidad es para “luchar y trabajar por sus electores”? ¡Aja! Pues resulta que doña Gaby, como le llaman sus cuates, la misma que pagó la fianza de Andrés Manuel López Obrador en aquel tortuoso proceso de desafuero en 2005, dice que quiere y puede.
Cínico Dipuhooligan
Se me olvidaba el cínico asambleísta del PRI, Christian Vargas, conocido como el Dipuhooligan, que ha demostrado varias veces estar mal de la cabeza. Ya ha hecho el ridículo varias veces en la ALDF y el sábado se manchó con Rosario Guerra. Por supuesto, lo niega. Así se llevan los priístas de la capirucha.
Se terminó el espacio, pero les dejo la última de Calderón: El Buen Fin puso a temblar al Black Friday de Estados Unidos. ¡Qué ternura!
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