Estaba una ocasión el Juan Barrancas desintegrándose, la mente en blanco y su idiosincrasia corpórea, el bulto que tenía por esqueleto, maciza y cuero se borraba cual si fuera un holograma, se desvanecía ,tirado y sudando la cruda, que hasta pedía clemencia, ¡perdóname diosito! se acordaba que existía, si salgo de esta te juro que ya no lo vuelvo a hacer, ya no me meto de tocho morocho, en el camastro, sudando copiosamente en su bohío sentía que todo le daba vueltas, que su cabeza explotaba, que le agarraba un miedo por morirse, que la respiración le faltaba y unas ganas de llorar, ¡ya no me vuelvo a enchufar el Buchanan´s y el Openheminer que me regalaron! Pues como y bien libado ya qué, o el vinito Sangre del Cristo, tan deliciosos, me canso ganso que ya no, ya no, ya no, y si me echo un Hornitos reposado será solo con limón y sal y eso solo para recordar viejos tiempos, nada de charanda Uruapan, nada de ir a la visita de las siete casas, que diga de las siete cantinas, ya blasfemaba, ni de irme de solano al Bar-Sol que esta por la Porfirio Díaz, a chupar mi Vodka tonics, ni mis deliciosos desarmadores, mientras escribo mis cuitas de amor.
Todo a la velocidad del pensamiento, nada de escritura inmediata, ya no me creeré que sigo los pasos del inaudito Pito Pérez, o que soy compa de los beatniks, al padrino Jack Kerouak, que ando sobre el camino ni su pinche madre, ni que el nirvana trascendental, que un churro más, tal vez, un poco fumigado pero solo un churro más por nuestro gran pasado solo un churro más…
Mirando el foco, otra vez el foco irredento, no podría olvidarse nunca del foco que la hacía compañía mirando al techo sin poder moverse, como si se le hubiera subido el muerto y cada que quería moverse se quedaba paralizado, pero la sensación era de que iba cayendo en espiral a un abismo sin fondo, queriendo asirse de algo mientras el hoyo seguía en cámara lenta un mal viaje, tratándose de serenar, quizo gritar para que alguien fuera a ayudarlo, y en su desesperación sintió que grito ¡auxilio! Pero se apagó la voz no se encendió, ¿estaba ya en el purgatorio? ¡En el mismísimo infierno! no había duda, siempre había estado en aquello que la gente le decía que le tocaría por su caótica vida, estaba cierto, no había engañifa, empezo a titiritar un frió-frío que lo congeló, ¡que ironía en el infierno y bien frio! como un hielo en un vaso con Habana club, cuando se zarandeaba de las de acá allá en Salón León bar, recordó, con el Oscar de la Salsa, la infaltable “calculadora te gusta le dólar, interesada, no sabes disfrutar del amor” y luego “lloraras y lloraras sin nadie que te consuele, así te darás cuenta que cuando te engañan duele, lloraras, lloraras” y sus ojitos de apipisca se humedecieron, el Barrancas, que casi nunca lloraba se puso a chillotear, fue un sentimiento cañón, que le llegó hasta el cuajo, que le surco del culo y se subio a la nuca, un chispazo de electricidad que lo reanimó, que pulso su humanidad, retumbó en su cerebro y empezo de nuevo a respirar y a comenzar a sentir tranquilidad, su agitado corazón se acompaso, le dieron ganas de vomitar y en un esfuerzo increíble se ladeo y sobre unas “Últimas Noticias” de Excélsior, “El periódico de la vida nacional” se apuró a limpiar las vísceras, era un líquido verde amarilloso y empujo y empujó hasta que saco lo jugos gástricos que sentía se le iba el espíritu….
Pasaron unas horas para que volviera abrir los oclayos, seguirá ahí tendido en al camastro, y ahí de nuevo el foco, estuvo como estúpido: hola foco, tu sí que eres mi amigo sigues aquí, para soltar una carcajada, solo uno puede reírse de sus estupideces pensó, se incorporó lentamente pesadamente , la luz del mediodía ya atravesaba el hoyo negro del espacio del mutante, iluminando la habitación, en la mesita donde estaban su máquina de escribir y sus libros había un café frío, se lo trago para meterse algo la gañote, tenía la boca seca y una sed cabrona, como si estuviera deshidratadito por ir a caminar al cerro, todo adolorido, y encontró para su fortuna una naranjada bonafina y un charquito de anís, que luego guardaba para emergencias, siempre precavido uno no sabe cuándo necesita un trago y después de empujárselo, se volvió a tirar a la disipación, en lo que reponía fuerzas, busco en el chiforro un “carcelero” y dicen que la suerte no puede abandonarte así porque si y, encontró un humo-oloroso a petate que le sincronizo los neurotransmisores, hilvano que su vida de nuevo era una bazofia y se emperro consigo mismo, bueno pensó que la de otros no era tan agradable, viviendo siempre como pinches locos esclavos para conseguir un lugar para sobrevivir, él no tenía nada de que presumir, pero por el momento le valía madres todo y ya vendrían otros viajes, a final de cuentas todo valdría la pena y cada cabeza es un mundo filosofo…
Salió a ver que jais por el barrio fantasmal, las calles en la penumbra, ya era de noche las pocas luminarias prendidas mostraban sombras y agitados tunantes que regresaban a sus casas después de ir a jalar y otros a la pepena de los “camellos majes”, paso por el río muerto, reducto de aguas negras, de residuos industriales y ahí estaban unos malandros oliendo tinher, paso junto de ellos y ni se dieron cuenta, él era una alma penitente más, pero no lo recordaba penando desde hacía tiempo, cuando unas luces iluminaron el callejón y la corretiza levantó la polvorosa para no perder la maldita costumbre, mientras un viejo conocido con una matona le grito ¡no te muevas pinchi Barrancas porque si no te quebró!, pero esa es otra historia….