TOLUCA, Méx.- Se estima que en México ocurren anualmente alrededor de 450 mil violaciones, de las cuales, 90 por ciento son cometidas por varones en contra de las mujeres y sólo alrededor de 14 mil son denunciadas, afirmó la especialista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Velvet Romero García, quien abundó que estos actos evidencian la desigualdad sexual existente en la cultura, traducida en violencia y desprecio hacia lo femenino.
Al hablar de la “Violencia como acto discursivo del poder”, destacó que la violación es un comportamiento intencional usado por una persona para ganar control sobre otra y limitar su autonomía.
Se trata, añadió, del ejercicio abusivo del poder, que implica la pérdida de poder de otro y representa la habilidad de una persona para hacer que otras actúen en contra de sus deseos; la violación más que atracción, lleva consigo la consigna del “derecho a la muerte y el poder sobre la vida”, apuntó.
Velvet Romero García destacó que el fin último del quebrantamiento no es la gratificación sexual, como afirman las posturas clínicas, sino el ejercicio abusivo del poder; comentó que desafortunadamente el acto es tan antiguo como la historia de la humanidad.
La también colaboradora de la revista Esenciarmonia, que edita la Federación de Asociaciones Autónomas de Personal Académico de la UAEM, destacó que si la violación ha existido a lo largo de la historia, es porque persiste una “reiteración de la supremacía masculina y el ejercicio del derecho de posesión y uso de la mujer como objeto de placer.”
Al ser una constante histórica, abundó, no puede ser vista desde el modelo clínico, que convierte al violador en un “enfermo mental” y lo excluye de toda responsabilidad. “La ideología del violador se nutre de la misma cultura de la que procede, una cultura que codifica a la mujer, otorgándole la categoría de objeto que se puede tener”.
En ese sentido, el acto en sí, demuestra a otros -hombres- la superioridad para humillar, ridiculizar e interiorizar; la transgresión y los mensajes de la violación son producto de la lógica de la cual se nutre: la discriminación de género, concluyó Velvet Romero García.