CIUDA DE MÉXICO, Méx.- En sus manos sostiene un folleto que expone la importancia de que México ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pues las trabajadoras del hogar podrían, como tantos otros empleados, gozar de los derechos a la seguridad social, un salario, vivienda y retiro digno.
“Ojalá se ratificara (…)”, pide la señora María Gabriela Ramírez Cruz, quien ha dedicado 35 años de su vida a asear los hogares de sus empleadores, e incluso a cuidar niños, personas enfermas y con alguna discapacidad, sin tener un contrato y en condiciones de precariedad, bajos salarios y nulas prestaciones laborales.
Sentada en una de las bancas del Jardín Pushkin, ubicado en la Colonia Roma Norte de la Ciudad de México, muestra el folleto del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho), la primera agrupación en su tipo instalada en 2015, que orienta y busca cambiar todas esas condiciones “infrahumanas”.
En el impreso también se ve el dibujo de una mujer que da la espalda mientras permanece de pie y, al mismo tiempo, en sus manos lleva dos baldes de agua. Aunque es imposible mirar su rostro, puede percibirse su cansancio. Éste es, quizá, el escenario de muchas de ellas.