Fatal coincidencia o dura realidad, pero llama al sospechosismo que justo una semana después de que Estados Unidos emprendiera una ofensiva mediática en contra de México por la fallida guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón, se diera el asesinato de uno de los dos agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) en San Luis Potosí.
Las advertencias el lunes 7 de Joseph Westphal, subsecretario de Defensa, de que México enfrenta una narcoinsurgencia que busca derrocar al gobierno, lo que obligaría a las tropas estadunidenses a entrar “inclusive” a través de la frontera, dio inicio a la ofensiva.
Secundó al día siguiente la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, al advertir que “grupos terroristas como Al-Qaeda podrían asociarse con cárteles mexicanos del narcotráfico, principalmente Los Zetas”, y remató James Clapper, director de Inteligencia, con la reprobación total y absoluta del Ejército y la policía mexicanos así como su estrategia.
Y no deja de llamar al sospechosismo igualmente que los agentes se hayan trasladado en carretera, con todo y que la Suburban negra en la que viajaban era blindada y con placas diplomáticas. ¿Por qué no enviarlos en avión? ¿Qué hacían en una reunión con “funcionarios”?
Washington reaccionó ipso facto. Y la posibilidad de que sus agentes –han operado en México siempre-, actúen ahora armados quedó abierta.
Napolitano advirtió que el ataque a uno de sus empleados es como atacar a todos, que están indignados y que se hará justicia.
La secundaron Eric Holder, procurador general; Frank Mora, subsecretario de Defensa para el Hemisferio occidental, y Michael McCaul, congresista por Texas, entre otros, quienes fueron directo al asegurar que debe cambiar la forma de operar de sus agentes en suelo mexicano.
“Haremos todo lo necesario para proteger más a nuestro personal”, dijo Holder, aunque evitó referirse directamente a si pedirán armar a sus agentes, pero el que se lanzó con todo fue McCaul y aseguró:
“Esto cambia las reglas. Ellos (los narcos) están cambiando las reglas. Les estamos ayudando y ellos (México) no nos están ayudando”
Y vino la clave: “Si vamos a poner a nuestros chicos allá, impedir que porten armas los pone justo en el blanco”.
¿Aun así la canciller Patricia Espinosa pensará lo mismo luego de que la semana pasada se atrevió a decir que los estadunidenses no saben lo que sucede realmente en México?
Y sin envolvernos en la Bandera Nacional, la participación de elementos del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) en San Luis Potosí no es cualquier cosa. No se justifica.
Deducciones de las colegiaturas deducibles
La deducción de colegiaturas a partir de la declaración fiscal de 2011 tiene puntos a favor y en contra. En primer lugar, el beneficio, aunque mínimo, es para los padres de 3.5 millones de alumnos y estudiantes que acuden a los niveles preescolar, primaria, secundaria y medio superior.
Y aunque la gran mayoría de quienes envían a sus hijos a colegios particulares lo hacen por decisión propia, también hay un gran porcentaje que hace un esfuerzo enorme por inscribirlos en escuelas de paga.
Ciertamente –como dijera un clásico panucho-, la educación que se imparte en colegios particulares parece mejor, cuando menos en estructura y vinculación con los padres de familia, aunque cuando se compara a estudiantes egresados de ambos tipos en lo individual los estudiantes de escuelas públicas son aún, por mucho, los mejores.
Y aquí podríamos caer en las subjetividades, porque a fines de la década del noventa y principios del siglo XXI los anuncios de las empresas que buscaban empleados incluían una leyenda que rezaba: “No egresados de UNAM e IPN”, y todo gracias al movimiento que encabezó el hoy desaparecido Mosh –por cierto, estudiante de excelencia-, quien se encargó de desprestigiar a los universitarios con su huelga-paro de 1999 a 2000.
Pero –siempre habrá un punto negro (o varios)-, lo que se le reclama y critica a Calderón es su discurso ambivalente: por un lado asegura que México no está para dilapidar recursos y no cesa el aumento a las gasolinas, con el consiguiente incremento de precios, aunque los cerebrazos de las secretarías de Hacienda y Economía digan lo contrario, porque “el beneficio del subsidio a las gasolinas lo reciben los ricos” y, por otro, asegura que gracias a los ahorros en ciertas áreas del gobierno federal es posible dejar de percibir ¡13 mil millones de pesos!, el costo de la deducibilidad de las colegiaturas.
¿Acaso no sería mejor otorgar becas a niños y jóvenes de escasos recursos que acuden a la escuela con la panza vacía y con unas cuantas monedas para su pasaje o hasta a pie?
Echemos un vistazo a los resultados de México en la prueba PISA Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (PISA, por sus siglas en inglés), que se aplica desde 2000 y que ha mostrado un nivel miserable de educación de los jóvenes en las tres áreas que se aplica: lectura, matemáticas y ciencias.
Y no se trata sólo de alumnos de escuelas públicas. Incluye a adolescentes de entre 15 y 16 años –cercanos a finalizar su preparación básica- que supondrían un buen nivel.
Mire usted:
Los resultados o calificaciones de la prueba PISA, que en México coordina el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), se dividen en seis niveles del uno al seis y donde, evidentemente, el máximo es éste precisamente.
Bueno, pues en lectura, México se ubicó en el año 2000 en el nivel 2 –apenas aceptable, según los criterios de la OCDE-, muy por debajo de Europa y Asia. En el año 2003 en matemáticas, el resultado fue más que alarmante: nivel 1, por abajo del mínimo deseable, y lejos, muy lejos, de naciones de primer mundo y hasta de algunos en América Latina, considerados abajo de México.
En 2006, en ciencias, el resultado fue un poco superior a 2, pero nada como para sentirse campeones del mundo.
El consuelo del gobierno mexicano, es que “la mayoría de los países se ubica en los niveles 2, 3 y 4”.
El año pasado se llevó a cabo una nueva evaluación de lectura, en la que México se ubicó e el lugar 48 de 66 países. Y agárrese, porque en 2012 viene matemáticas y ciencias en 2015.
¿Verdad que sería mejor, como dice el rector de la UNAM, José Narro, darle más dinero a la educación pública y no regalar esos fondos a quienes, de una u otra forma, tienen más recursos para pagar colegiaturas?
Otro ángulo del asunto, aunque haya quien opina lo contrario y se cree dueño de la verdad absoluta, es que el Estado abdica a su responsabilidad de otorgar educación pública y gratuita a todos los mexicanos.
¿Y no? Entre 2000 y 2009, México cayó catorce sitios en la escala mundial. Actualmente se ubica en el sito 48 de 66 naciones participantes.
Y eso significa que los jóvenes que están a un paso de la educación superior no están preparados para hacerlo y, por otro, que los menores avanzan hacia el nivel medio en condiciones igualmente insuficientes.
Y vamos más allá.
¿Por qué el gobierno de Calderón no utiliza esos 13 mil millones de pesos que le sobran para condonar a las colegiaturas de colegios particulares para mejorar escuelas, equiparlas e inyectar recursos?
Por qué no expulsan de una vez por todas a Elba Esther Gordillo, dirigente eterna del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para mejorar al sector.
¿Porque es aliada desde las elecciones de 2006?
La llamada Maestra fue leal al priísmo hasta que perdió con el PAN y Fox la presidencia de México en 2000 y luego se peleó con Roberto Madrazo. Se ha acomodado siempre con quien le hable bonito al oído y ya hasta tiene a su gobernador, Rafael Moreno Valle, en Puebla.