CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- El proyecto hidráulico que se desarrolla en la zona oriente del Valle de México permite construir el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y garantiza la captación de agua con un volumen de regulación de hasta 24.5 millones de metros cúbicos, afirmó Roberto Ramírez de la Parra, director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Al dar a conocer los pormenores de esta obra, con el fin de desmentir los mitos generados sobre el tema y aclarar los alcances del proyecto, Ramírez de la Parra detalló que el suelo lacustre donde se construye el nuevo aeropuerto es mejor que el terreno donde se asienta la actual terminal aérea de la capital del país.
El funcionario precisó en conferencia de prensa que ambos aeropuertos están en el mismo suelo lacustre, con la diferencia de que el terreno donde está la actual terminal aérea se hunde 50 centímetros cada 18 meses y el predio donde se edifica la nueva infraestructura se hunde 21 centímetros en el mismo lapso, es decir, la mitad.
Al respecto, explicó que para garantizar que el nuevo aeropuerto no tenga que enfrentar estos problemas, los procesos de construcción aplicados se basan en la misma tecnología que se utilizó para la edificación de la Torre Mayor, y que consiste en un proceso de “precarga”, con lo que se busca “adelantar el hundimiento”.
Esto se logra agregando un peso adicional de suelo al día de hoy para hacer que el piso se hunda lo que tardaría los próximos 20 o 25 años, para poder aplicar después el encarpetado de las pistas de aterrizaje, y que es un proceso similar al que se aplicó en el actual aeropuerto internacional hace 50 años, sólo que con mejor tecnología.
Explicó que es por ello que las metas de concluir las pistas 2, 3 y 6 para este año se ha pospuesto, ya que lo que se busca es acabar con este proceso de “precarga” para garantizar que las pistas de aterrizaje no presenten ningún problema de hundimiento, como se ha especulado en las últimas semanas.
Ramírez de la Parra también rechazó que las obras del NAIM vayan a perjudicar los procesos de recarga de los mantos acuíferos del Valle de México, ya que el mismo suelo donde se llevan a cabo estas obras es impermeable, por lo que el agua que se almacena en los lagos aledaños difícilmente permea a capas subterráneas.