Era el dos mayo, veníamos manejando como a las ocho de la noche, sobre la avenida “La Presa”, justo en la esquina con la avenida “San José” de la colonia Lázaro Cárdenas, veníamos de la chamba; nosotros nos dedicamos a la construcción y ese día mi hermano Juan y mis dos hijos —Raúl y Giovanni— nos venimos juntos en una camioneta. De pronto la policía nos paró y empezamos a platicar con los elementos, pero la cosa cambió de tono cuando llegó el comandante de “La Presa” de nombre Javier Aguilera que bajó con una arma larga y empezó a golpear a m´hijo Raúl. Como padre traté de defenderlo, pero eran como quince policías y nos dieron la vuelta, estuvo duro. Este comandante en vez de poner paz fue el que provocó la bronca. Como puercos nos aventaron a una de las patrullas a mi hermano Juan, a mis dos hijos y a mí. Las patrullas que participaron en nuestra detención fueron tres, pero únicamente registramos la SP-15010 y SP-15011, la que llevaba el comandante ya no pudimos anotarla.
Ya detenidos, como a las diez de la noche nos llevaron al Ministerio Público de Sor Juana Inés de la Cruz y ahí nos acusaron de que llevábamos “grapas de cocaína” entre nuestras pertenencias. Con ese delito nos pusieron a disposición del Ministerio Público. Ya dentro de la cárcel estábamos alarmados por la situación en que nos pusieron los policías con la fabricación del delito por el que nos encerraron. Para salir de la bronca, buscamos un abogado que efectivamente nos sacó de la cárcel, pero también nos pidió una cantidad que supera nuestras posibilidades económicas. Adentro de la cárcel este licenciado nos dijo cuánto nos iba a cobrar, pero se nos hizo mucho. No quedamos en nada, porque no contamos con ese dinero, pero este amigo habló con mi esposa Maribel y ella, al no estar enterada de nuestro rechazo, dio por cierto el dicho de este señor y quién sabe cómo le hizo, pero consiguió una parte del dinero como anticipo.
Al final salimos, pero con un nuevo problema, porque resulta que debíamos al abogado una cantidad que supera nuestras posibilidades. Mi esposa Mari nunca supo si habíamos quedado de acuerdo en contratarlo, pero la angustia la motivó a encontrar algo de dinero para cumplir con lo que pedía el abogado. Salimos el domingo en la tarde, sin dinero, fregados y con la preocupación por las represalias que son capaces de llevar a cabo los policías. Poco a poco estamos pagando los honorarios del abogado, pero no es justo lo que estamos pasando por un abuso de autoridad.
Así narró los hechos Don Raúl Flores, vecino de la Zona Oriente de Tlalnepantla de Baz y víctima de la prepotencia de la temida policía municipal. “Las supuestas “grapas” nos las sembraron los policías, dos sobrecitos a cada uno. La policía nos dijo que con eso nos iba a chingar y pues parece que sí, porque nos metieron a la cárcel por algo que no hicimos. Nos pusieron lo que dijo el comandante y ahora tenemos muchos problemas, porque vivimos intranquilos, temerosos y endeudados. Tratamos de defendernos, pero ellos son la autoridad y hacen lo que quieren y nosotros pues no tenemos quién nos ayude”.
Con desánimo Don Raúl también detalló que: “además de los golpes propinados a mi hermano y a mis dos hijos, también me despojaron de sesenta y cinco mil pesos que ese día llevaba por pagos de uno mis trabajos de albañilería. Me robaron el pago de mi trabajo de meses. Yo había cobrado un dinero por una chamba a una clienta y ese dinero es el que se llevaron los policías. Yo tengo testigos del dinero que llevaba y el que recibí para demostrar que me lo quitaron, por eso vamos a proceder ante la mesa de responsabilidades y que se haga justicia”.
Fuimos a la Contraloría Municipal y la cosa no ha pasado de ahí. Largas y largas para que dejemos de insistir en pedir justicia. El Contralor Orlando Rodríguez, que vivió por acá en la Zona Oriente no da la cara por sus vecinos. Según cuenta Don Raúl que platicó con el Contralor, pero este únicamente se limitó a comunicarle que ya le había preguntado a los policías y dijeron que no es cierto. ¡Asombrosa investigación del Contralor!. “La única que tiene ganas de ayudar es una señora que se llama Noelia. Esa si tiene valor y no se anda con cuentos. El contralor nomás cobra y pone en mal al Presidente Municipal porque lo engaña”, dice Don Martín Santiago, presidente del Consejo de Participación de la III Sección de la colonia Lázaro Cárdenas, en apoyo de Don Raúl, a quien ha acompañado a las oficinas municipales.
Nos mandaron con un funcionario que habla y habla de nombre Raúl, que es el que levanta las actas, pero en vez de ayudarnos nos pidió cinco mil pesos para ir a ver el expediente y supuestamente para agilizar los trámites. Yo pienso que ese señor, dizque licenciado, no hace nada. Está horas con nosotros, pero ya sospechamos que es para convencernos de que le demos dinero. Imagínese a este valiente funcionario. No tenemos dinero, queremos que la autoridad, o el Sr. Pablo, hagan algo en nuestro favor, pero a cambio nos piden mochada. ¿Ante quién pedimos justicia? De plano no sabemos.
Escuché el relato de Don Raúl y sentí su impotencia. Me quedé con la pregunta sobre a quién pueden acudir a solicitar ayuda si la autoridad misma fue la que los agredió, la que los extorsionó, la que les inventó el delito y la que les pide dinero para ayudarlos o para hacer su trabajo. Acudir a la Contraloría Municipal es tiempo perdido. No atienden a los ciudadanos, les dan largas y esperan vencerlos por cansancio. A la vuelta y vuelta traen a los quejosos hasta que se aburran y el delito queda registrado en la lista de los olvidos.
Lastimosamente esta realidad es la que impera en el municipio de Tlalnepantla de Baz: corrupción, impunidad y caos. Por incapacidad o por omisión, la autoridad ha abandonado a los ciudadanos y sus familias. El bono del presidente municipal se ha perdido y se ha ganado un rechazo generalizado. No tiene funcionarios capaces, se rodeó de amigos y dizque líderes de los partidos de oposición. Ninguno lo apoya y los resultados están a la vista en las colonias, barrios y fraccionamientos de la ciudad. Parece no darse cuenta, pero en sus visitas a Zona Oriente lo abuchean, le ponen mantas de inconformidad y en respuesta, sus colaboradores le tienen que acarrear aplaudidores, en lugar de ponerse a trabajar. A pesar de lo mal que está la policía en la Zona Oriente, del incremento de la inseguridad y la fuerte presencia del crimen organizado todavía la administración municipal pretende privatizar el “Ecoparque”, un deportivo que pertenece al pueblo.
Al Presidente Municipal le viene bien el dicho de “no me ayudes compadre”. Todos sus amigos, que ocupan cargos de primer nivel, lo han abandonado a su suerte; están tan alejados de preocuparles el buen desempeño de la administración. Hay de todo, menos la preocupación de apoyar a resolver los problemas al Presidente Municipal.
Mientras todo eso sucede, ante quién pueden acudir los vecinos que se observan afectados por la mala conducta de algún funcionario público; quién o quiénes tendrán el tiempo, la voluntad o la obligación de servir a las familias de la ciudad. Cada día aumenta la molestia en contra de la autoridad, los abusos son recurrentes, la simulación es el manto que cubre la soberbia de la autoridad. La ciudadanía ha quedado abandonada a su suerte, sometida a la resignación ante tanto atropello promovido o solapado desde la autoridad y sus funcionarios.
Todos los días hay asaltos, secuestros, agresiones, extorsiones y lamentablemente también personas asesinadas. Según lo tienen documentado las familias unidas de la Zona Oriente, en lo que va del año se han registrado ochenta y dos secuestros y setenta y dos homicidios. La autoridad dirá que no, que son datos falsos, pero lo cierto es que la violencia se ha desatado afectando la vida cotidiana de la comunidad. Por si existe alguna duda sobre su escasa eficiencia basta con darse una vuelta por Valle Dorado, donde los vecinos viven bajo el miedo que provocan las inundaciones y la impotencia de ver a una autoridad que simplemente se pone su camisa roja, tal como lo obligaba Mussolini durante la Italia fascista, Hitler durante la Alemania nazi o Stalin en los tiempos duros de la Ex Unión Soviética.
Nada parece importar a la actual administración municipal. Entre todos los males que afectan a la ciudadanía, el consuelo que les queda es que ya mero se van, que ya están de salida. Es decir, les queda poco tiempo para seguir dañando a Tlalnepantla de Baz. Don Raúl dará la batalla y ojalá la autoridad sea sensible para que encuentre justicia.