POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Nada es más rechazado por los mexicanos que la traición a la Patria y nada es más fuerte para fomentar el amor patrio que las nacionalizaciones. De un lado está la conducta entreguista de los detractores de la revolución mexicana y del gobierno del presidente Francisco I. Madero. Todo lo orquestaron desde la embajada de los Estados Unidos (EU). Pidieron la intervención gringa, fraguaron el golpe de Estado encabezado por Victoriano Huerta, la aristocracia y la élite política porfirista. Al igual que ahora, esos grupos querían el regreso de los usos y costumbres del régimen dictatorial del general Porfirio Díaz. Entre esas familias estaban los Díaz, los Limantour y los Escandón. Desde luego, también participaron las empresas extranjeras que se beneficiaban del sistema de saqueo de la riqueza nacional.
¿Esas acciones son pasado? ¿esos malos mexicanos ya no existen? Desafortunadamente, los traidores a la Patria han sobrevivido a todas las transformaciones, como las cucarachas, ocultos en sus intereses resurgen de la misma manera como lo han hecho en el pasado. Y todo lo vuelven a impulsar desde el extranjero, en particular, desde los Estados Unidos. Primero fueron a la embajada María Amparo Casar y Lorenzo Córdoba a denunciar al supuesto gobierno autoritario del presidente Andrés Manuel López Obrador, al dictador que lleva a México a ser una nueva Cuba o Venezuela. Está vez, el embajador norteamericano no prestó la misma atención que durante la decena trágica que terminó con la vida del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez.
Enseguida montaron una campaña, por todos los medios, para alertar sobre el rumbo del país hacia el comunismo. Esta acción ocurrió tan pronto el gobierno dio a conocer el juicio para cobrar más de veinte mil millones de pesos de impuestos al dueño de TV Azteca. ¿qué le pasa a este gobierno de nacos? ¿cómo querer cobrar impuestos a estos empresarios talentosos? Nada más eso faltaba. Otros personajes de la inquieta derecha acudieron a la OEA para denunciar la dictadura mexicana sin reparar que esa misma instancia provocó la inestabilidad política en Brasil, Perú, Bolivia y Venezuela. Solo faltó pedir a la OEA un clon de Juan Guaidó para agitar en México.
Con todo descaro han montado campañas costosas a partir de mentiras, bots y troles detonados desde el extranjero. Son millones de mensajes para desestabilizar al país. Ya no es solo desgastar al gobierno, al presidente, a su partido y a la candidata presidencial. El fondo es provocar caos y violencia, tensar la estabilidad nacional para luego pedir la anulación de las elecciones, a las que ya describen como elecciones de Estado. Por si hubiera duda, la señora Xóchitl hizo una gira por EU en la que solo faltó que pidiera la intervención de los Marine Corps y de los SEAL para, según su visión, defender la democracia y detener el autoritarismo del dictador mexicano.
La ocurrente candidata opositora viajó a España, donde solo registró, como logró de gira, una fotografía con el presidente Calderón. Le fue mal a doña Xóchitl. No la recibió nadie de la ultraderecha española ni pudo reunirse con el escritor Mario Vargas Llosa. En Estados Unidos, los migrantes mexicanos manifestaron su rechazo a lo que ella representa.
Con más rabia, dieron a conocer supuestas investigaciones periodísticas que ligan al presidente con el narcotráfico. La más escandalosa fue la publicada en el diario The New York Times, donde vinculaban al presidente, a su familia y a funcionarios de su círculo más cercano. Otra vez, todo fue un montaje. La evidencia está a la vista, están de regreso los traidores a la Patria.