Tres años después México ha cambiado.
Pero no como se buscó en las urnas el 1 de julio de 2018.
El sueño de un mejor país no se ha alcanzado.
En seguridad se ha empeorado.
En salud aún no somos Dinamarca.
Con 480 mil muertos por Covid reconocidos oficialmente y un millón extraoficialmente, México es el cuarto país en el mundo con más víctimas fatales.
Una estrategia fallida y mensajes contradictorios como en el caso del cubrebocas, que ha sido siempre su obsesión.
En economía el crecimiento no llega ni llegará y la inflación está en 7 por ciento.
El peso se ha devaluado ante el dólar 11 por ciento. En 2018 estaba en 19.60 y hoy ronda los 21.80.
En lo social estamos rotos.
Divididos entre buenos y malos, entre pobres y ricos, entre liberales y conservadores.
Hay más homicidios por el narcotráfico y el crimen organizado que en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña.
Son 100 mil muertos en apenas tres años.
En 2019 sumaron 34 mil 690 víctimas de asesinato y 34 mil 558 en 2020.
Este año la cifra final, está claro, aún no se tiene, pero expertos la proyectan similar.
La gasolina no ha bajado de precio, la energía eléctrica tampoco.
La inflación es del 7 por ciento y amenaza con aumentar.
Andrés Manuel López Obrador ha abierto infinidad de frentes.
Pelea con todos y les desafía.
Los descalifica a priori.
Se queja de lo que llama el hampa del periodismo “cuando la calumnia no mancha tizna”, pero él acusa y sentencia en su matutina diaria.
Desde Palacio Nacional gobierna de siete a nueve de la mañana.
Quita y pone.
Alaba y ataca.
Exhibe.
Ajusticia y luego virigua.
Los 31.1 millones de votos obtenidos en 2018 le dan una legitimidad jamás vista.
Y aunque para algunos analistas su popularidad, que ronda sesenta por ciento, es inexplicable, no lo es.
La respuesta es muy clara: su público, sus simpatizantes, sus leales, mantienen el apoyo porque su triunfo y su llegada a la Presidencia significa sentirse representados por primera vez en décadas.
Hay una sed de revancha atizada por él.
Pero, además, por todo el dinero que regala.
Que entrega y que llama justicia social.
A los adultos mayores, a las madres solteras, a los jóvenes sin empleo, a los niños que van a la escuela, a los alumnos de preparatoria y más.
Todos significan votos.
Y la lógica es que así sea.
Porque difícilmente alguien dejará de votar por él o por su causa sabedor de que en 2024, por ejemplo, recibirá 6 mil pesos de pensión bimestral.
Y así ha ido avanzando.
Y así ha aprovechado la necesidad, la pobreza de al menos 60 millones de mexicanos, de los que, calcula, al menos el 40 por ciento votará por él -24 millones – y Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido que se inventó cuando dejó al Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Para mala fortuna no de él sino de todos los mexicanos -los que votaron, y no, por él- la epidemia de Covid-19 agravó la ya de por sí triste realidad.
Pero él tiene otros datos.
Esa ha sido su respuesta cuando se siente acorralado por la realidad, por su entorno.
Primero los pobres.
Con el pueblo todo, sin el pueblo nada.
Yo ya no me pertenezco.
Abrazos, no balazos.
Y más.
Son sus frases hechas y reiteradas.
Son tres años de gobierno.
Comienza, oficialmente, la segunda parte del sexenio.
Baja delincuencia… cuando todos estaban en casa
Claudia Sheinbaum presumió ayer una baja en los índices delictivos en la Ciudad de México que ni ella cree.
En una mañanera inusual en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, a donde volvió Andrés Manuel dieciséis años después de que lo dejó para ir en busca de la Presidencia por primera vez, dijo que desde 2019 a la fecha bajaron 41 por ciento.
Sí, todos los mexicanos estában en casa por la epidemia de Covid-19.
Vámonos: El conflicto en el CIDE, otro a la lista de la 4T.
albermontmex@yahoo.es @albermontmex