Estaba el Juan Barrancas en unos de esos momentos en que nomás falta que te orine un perro, con la pila baja, con ganas de no hacer nada y eso en este Valle de lágrimas, risas, desamor, caos y muerte, era una desgracia, luego el ímpetu, la fuerza, el espíritu se evaporaba como esmog de chimeco en las últimas, después de cruzar el umbral de la ruda realidad, de lo que se siempre se arrepentía, las cosas no se componían, lo repulsaba su morra, era ignorado por su hija, sin ilusión por vida, sin amor, sin besar al ser amado, se marchitaba su alma y no le quedaba más que salir a la calle buscando su destino.
Cerró los ojos como había aprendido para desdoblarse, como le había enseñado Don Lucio, el Chamán de los hombres de la lluvia y el rayo y su mente lo teletransportó, y ahí se veía bailando desenfrenado en círculo cual fuerza centrípeta, queriendo expandirse y desprenderse a toda velocidad con unos locos gabachones bien hasta el queque en una sesión de ácido, como la que relataba el escritor Ken Kesey en “La Gaseosa Eléctrica” y que cantaban “Termine con mi mujer porque ella no puede ayudarme con mi mente/la gente cree que estoy loco porque guiño todo el tiempo/ todo el día creo en cosas pero nada me satisface/creo que estoy perdiendo la cordura pero no encuentro nada para satisfacerla/ puedes ayudarme habilitando mi cerebro! oh si/ necesito alguien que me muestre las cosas que en la vida no puedo encontrar/ no puedo ver las cosas que hacen la verdadera felicidad, debo estar ciego/ haciendo una broma y suspiro y tu reíras y yo llorare/no puedo sentir la felicidad y quererme a nosotros es tan irreal,,, terminado la rola ya fumaba y tomaba un whiskito con el cantante y recordaba Paranoico, del afamado Osy, quien lo dejo cuando llego una rubia y desapareció…
El Barrancas ya encarrilado mudándose de un lugar a otro con solo cerrar los ojos, hizo la operación, cuando vio venir un convoy de soldados verde olivo por la calle que ya cada rato andaban echando rostro por las avenidas del barrio, se concentró y ya se encontraba instalado en la “Vieja Escuela” donde los “ocupas” de Barrientos allá por el norte de Tlalnerock, ya con medio estoque debido a unas cebadas y un flavio-rolas ya cantaba y se metía de fondo al slam, otro círculo concéntrico ahora con la banda punketa y cantando al unísono con el Lorenzo del Noi de Sucre y toda la bandera “Cuando pierda todas las partidas/cuando duerma con la soledad/cuando se me cierren las salidas/y la noche no me deje en paz/cuando sienta miedo del silencio/cuando cueste mantenerse en pie/cuando se revelen los recuerdos, y me ponga contra la pared/¡Resistiré! erguido frente a todo/me volveré de hierro para endurecer la piel/ Y aunque los vientos de la vida soplen fuertes/Soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie/¡Resistiré! Para seguir viviendo/ Soportare los golpes y jamás me rendiré/Y aunque los sueños se me rompan en pedazos/ ¡Resistiré! / !Resistiré… y terminando la rola en una de sus trepidantes locuras se subio al escenario y se aventó el vuelo esperando que la bandera lo levitara cual Sid Vicius, pero le hicieron el vacío y solo se escuchó un golpe seco…
Despertó el Barrancas todo adolorido, ahí perfectamente tirado a un lado de la Pizzería “Bambinos” en la glorieta a una calle del módulo policiaco el Barrancas trataba de acomodarse en el pavimento para recuperarse y zumbarse una de salami con doble queso y unas modelo que tenía providencialmente, todos iba bien cuando paso una patrulla y le echaron el ojo, quizo seguir la fórmula de cerrar los ojos para desdoblarse, no sin antes empujarse toda la lata de cebada y en un instante se trasladó al malecón de la Habana ay papá, donde igual sufría sentado como niño bueno, bien portado en la banqueta donde ya escuchaba a un flacucho, rasgando su guitarra, con una Cubana en la testa que usaba Fidel Castro, chico, disfrutando de la brisa del mar con aquel que se discutía con aquella rola que dice así: “Solo voy con mi pena sola va mi condena/ correr es mi destino para burlar la ley/ perdido en corazón de la grande babilón/ me dicen el clandestino yo soy el quebraley por no llevar papel/ a una ciudad de norte me fui a trabajar/ mi vida la deje entre Celta y Gibraltar/ soy una raya en el mar/ fantasma la ciudad, mi vida va prohibida dice la autoridad/ solo voy con mi pena sola va mi condena correr es mi destino por no llevara papel/ perdido en el corazón de la grande babilón me dicen el clandestino yo soy el quebraley/ mano negra clandestino peruano clandestino/ africano clandestino/ mariguana ilegal…
Pero algo paso cuando terminaba el Manú Chao, todo iba bien hasta que sintió unos zapes en la cabezoplas y unas patadas en el trasero, eran los polis mugricipales que se agasajaban dándole como si fuera un bulto, ya cuando abrió los oclayos, no los quería abrir el mondrigo, reconoció al pinche Porfirio que ahora andaba de azul, ¿qué paso Porkirio que ya no te acuerdas de la banda? ay si eres el Juan Barrancas, que pacho, cabrón si eres tú, repuso el gorilón ¡¿qué dopedo Juan que haces de lacra!? nos reportaron un canijo que andaba fumando petate. ¡Ya, ya mucha charla! Escucharon y que llega otro que era más gandaya y lo trepan a la patrol como saco de papas. Ya saltando en la patrulla que rodaba por la calle llena de baches recordó la receta que aprendió con el chamán Don lucio de los Volcanes, volvió a cerrar los de apipisca y ya estaba de nuevo en la Vieja Escuela, ahora escuchando esa de los Muertos de Cristo que ya todos coreaban “ Voy pateando la ciudad /mi futuro donde esta/el presente me devora a cada instante/ soy una simple proyección/ o la sombra de un halcón/que se enfrenta siempre solo ante el peligro /y sé hay otros como yo /que no paran de soñar/en la locura de este infierno interminable/pero sé que tu estas ahí y no me fallarás / cuando llegue la hora de luchar /soy como el viento que avanza y rompe su furia contra una pared /soy como el ave fénix que de sus cenizas vuelve a renacer /voy escuchando una canción/que no para de sonar es la eterna melodía de la vida /…/ y no me fallarás cuando llegue última batalla /soy como la marea que sube y baja al amanecer /soy un ángel de fuego que quema sus alas una y otra vez…” terminó la rola y el Juan sintió calor mucho calor, y no quería abrir los ojos pero ya cuando empezo a oler chamuscado no lo podía creer ¿era aquello el infierno de todos temido? las flamas alcanzan su humanidad para convertirlo en pollo rostizado, pero esa es otra historia…