“El universo está hecho de historias, no de átomos”
Muriel Rukeyser
A veces subestimamos el poder de las historias, de las vivencias, de las grandes aventuras épicas que la vida nos pone de frente y que una de 2: no nos damos cuenta de su importancia o nos damos la vuelta y las rechazamos.
¿Cómo darnos cuenta de que estamos viviendo una historia digna de recordar? ¿O acaso todas las historias deben ser recordadas?
Las grandes historias, las grandes aventuras merecen ser vividas y contadas, para que otros nos podamos transportar con la narrativa a aquellos lugares o momentos fantásticos que otros vivieron, de igual manera vale la pena y merece que contemos y documentemos la propias para que otros puedan aprender o disfrutar de nuestras vivencias.
Los libros, las películas, la música y buenas charlas entre amigos hacen que nuestra mente se traslade a lugares que jamás hubiéramos ni siquiera soñado.
Recuerdo haberme preguntado en muchas ocasiones porqué en zonas muy pobres, era un fenómeno ver antenas parabólicas, las más grandes televisiones y equipos de sonido, aún cuando la casa careciera de cortinas, ventanas y en ocasiones incluso con techo de lámina de cartón. Muchas veces me hice esa pregunta y durante esta pandemia encontré una respuesta que me parece compatible para muchos: Hay realidades que no podemos cambiar, sin embargo, una gran televisión, una pantalla te transporta a otros lugares, a otros momentos a otras realidades existentes o inexistentes, a las vidas de otros, simples o heroicas, a otros lugares del mundo o del universo, así que sin importar la condición económica, social o cultural; una pantalla, una televisión, una computadora, un equipo de sonido o un celular son medios que ayudaron a toda la humanidad a poder enfrentar la cuarentena producto de la reciente pandemia sin enloquecer.
Me pregunto: ¿qué hubiera sido de la situación por la que atravesó, o mas bien continúa atravesando la humanidad sin internet?
En mi generación, los niños pasábamos el verano jugando en la calle con vecinos, con nuestras bicicletas, jugando tochito o explorando en terrenos baldíos. Todos los días eran una nueva aventura que vivíamos un día a la vez. En la actualidad, los mundos infinitos vienen de una caja de Xbox, Play Station, computadora o celular.
SI el universo está hecho de historias como lo escribió Rukeiser, ¿cómo será el futuro de nuestros niños? ¿Cuál será el universo del mañana que hoy se escribe con historias virtuales? ¿Estaremos listos para un universo virtual con inteligencia artificial y realidades basadas en otras irrealidades?
Parece que, en un futuro no muy lejano, las aventuras que de niños vivíamos como cotidianas, serán un recuerdo de un lejano pasado y quizá incluso se organicen tours para vivir experiencias reales y cotidianas del pasado como en un parque de diversiones.
Vivamos pues nuestras historias, nuestras aventuras, y nuestros viajes (ahora que se pueda), como algo sagrado, algo que habrá de escribirse en nuestras vidas y en las de muchos mas, creando un universo hecho de historias y no de átomos.
POR: ENRIQUE ESPINOSA OLIVAR