No, no estamos hablando del socialismo utópico de Robert Owen, Saint-Simon y Charles Fourier, hablamos del grito de campaña de la candidata a jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Hasta ahora, es la única expresión que ha ganado terreno a todos los que aspiran a un cargo de elección popular. Quienes la apoyan, están convencidos que el trabajo de la delegada con licencia de Iztapalapa es su mejor carta de presentación y ella misma es lo más representativo del movimiento progresista que impulsa la 4T.
Es probable que los diseñadores de la agenda de gobierno de Clara Brugada nunca se hayan imaginado que sería su plataforma de lanzamiento, primero a la candidatura y luego para competir por la jefatura de Gobierno en las elecciones de 2024. Tampoco los que la apoyaron en el diseño de las acciones de gobierno imaginaron sus alcances. Lo evidente es que la militancia y simpatizantes de Morena están satisfechos con el resultado que, por paridad de género, obtuvo la aguerrida militante de izquierda y firme seguidora del Lopezobradorismo.
La izquierda morenista se movilizó, fueron a donde los invitaron y donde no, se invitaron solos, pero no dejaron de dar la pelea para ganar el privilegio de representar al partido en las elecciones del 2024 para mantener la hegemonía de la izquierda en la capital del país, en la Tenochtitlan del dominio mexica y en la ciudad que fundó Hernán Cortés y fue el centro político de la Nueva España. Los animó la presencia sorpresiva de Omar García Harfuch, ex secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México. El joven secretario es un policía de carrera, de familia con origen en el Ejército y de un padre, también policía, que alguna vez, durante el sexenio del presidente José López Portillo, se movió para ser candidato presidencial, pero el designado fue Miguel de la Madrid Hurtado.
García Harfuch dio buenos resultados en uno de los temas de la agenda pública más sensibles a la población. De hecho, fue el secretario del ramo más exitoso del país. Ganó la encuesta, pero no pudo con la equidad de género. Esa fue la ventaja de Clara; sus alianzas pesaron más, su militancia de izquierda al lado de AMLO y su cercanía con la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aportaron el plus que requería para ganar. El presidente lo ha dicho en la mañanera: de Iztapalapa para el mundo. Nunca lo dejaron solo y amor, con amor se paga.
Con todo, Omar García ha ganado terreno en un espacio que es ajeno a su carrera policial. Ahora es una figura conocida, ya tiene foro en la ciudad, en los medios de comunicación y en los grupos políticos de Morena. Eso tiene un significado de valor para futuras aspiraciones a cargos de elección popular. Sería un error que él volviera a desempeñar alguna responsabilidad que tenga que ver con la policía o la seguridad pública. Bien puede ser un diputado que gane reflectores o un senador que genere acuerdos. Se disciplinó, aceptó el resultado, con esa actitud facilitó las cosas a Claudia Sheinbaum.
El equipo de Clara debe pasar de la celebración a la serenidad. Necesitan del apoyo de Omar, de hacer campaña juntos y jalar al sector de la clase media, a los jóvenes. El reto de Clara es ganar y recuperar las delegaciones y diputaciones perdidas en el 2021. Decir que va a ganar la jefatura de Gobierno no es un reto, de da por un hecho; lo relevantes es poner en marcha una campaña que recupere lo perdido.