Le dije a un amigo panista que este era un buen título para un artículo sobre el proceso de elección interna del Partido Acción Nacional (PAN), donde se disputan la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Me preguntó la razón y la respuesta espontánea fue: por la cargada. Se quedó serio por un rato, pero al final parece que coincidimos, tanto en el título como en la definición que le dio origen.
Según los nombres y las personalidades que se han manifestado en favor de la candidatura del Señor Madero todo hace suponer que va a ganar. Sin embargo, eso está por verse; puede que sus apoyos no sumen más voluntades que las que restan. Entre la militancia que conozco del PAN cotidianamente se dice que donde veas a Creel, apuéstale en contra. Y esto le pasa con otras figuras que, según dicen, se han integrado “al proyecto ganador”. Dicen los que saben que si se suman todos los votos de algunos de los personajes que salen en ciertas fotos “subidas al face” la alegría del dicharachero candidato norteño no sea tanta.
Varios de los sumados no lograron ser consejeros de los estados o municipios donde dicen ser figuras emblemáticas del PAN; más que formar un bloque de apoyo al candidato a la presidencia del partido parece que constituyen un grupo de náufragos en busca de un salvavidas político que los regrese a la curul, a las presidencias municipales, las regidurías o alguna cartera en ese comité nacional que pretenden ganar. Sus demandas de posiciones políticas son más que los votos que pueden sumar a la campaña que apoyan.
A pesar de que varios de ellos han sido severamente criticados, incluso señalados de formar parte de acciones poco transparentes y de haber dañado la imagen política e histórica del partido, sobre todo en los valores que lo hacían diferente como la moral, la ética y su férrea posición en contra de la corrupción, al Señor Madero eso no lo llama a la reflexión. Él tiene ganas de ser otra vez dirigente nacional y parece no importarle el origen de los apoyos que dice recibir ni la calidad moral o prestigio político de los que lo llevan a reuniones multitudinarias, poco vistas en la historia de las elecciones internas del PAN.
En su desbocada campaña, es decir sin un freno que lo serene a meditar lo que es mejor para el PAN, la emoción lo ciega y en cada evento —o montaje— el público se desborda y, al unísono, grita: Se ve, se siente, Madero presidente. Ya llegó ya está aquí nuestro próximo dirigente nacional; mantas con la leyenda “Todos con Madero”, “Madero: la militancia de Comala está contigo”. Luego vienen los discursos a modo, preparados para la ocasión, donde se trata de montar un teatro político efectivo, aunque de mal gusto. Un acomedido, de esos que ya se ve con una pluri en la cámara local o federal, le levanta la mano y Madero le corresponde con el mismo gesto. Se vale exagerar en campaña y por eso se atreve a decirle que es un gran panista, un líder cercano a lo inigualable en el PAN y hasta frases como: “es un chingón” se dicen en caliente.
Gorras, playeras, micros, combis, camiones, despensas, box lunch, acarreados o grupos movidos por el hambre llenan el lugar, donde esperan que acabe pronto para irse a su casa, sin saber realmente a qué fueron. Al final la mayoría anónima ni sabe quién es Madero. Carlo Fuentes estaría feliz de ver una campaña parecida a la del candidato de su libro “Cristóbal Nonato”. Y por qué estos no aplauden, pregunta el candidato, y el otro contesta: porque ninguno habla español. Eso parece suceder en la campaña maderista, donde pocos aplauden, porque pocos son panistas. Tal vez los militantes de convicción ni vayan a esos eventos, a esas concentraciones con la marca de otros partidos, pero nunca cercanos a los debates abiertos y libres que se vivían en cada proceso interno del partido.
En la lógica o pretensión de los grupos de apoyo del candidato, todo parece un trámite, casi la crónica de una victoria anunciada. Las plazas lucen repletas de panismo sui generis. Algarabía con chirimías forman el preámbulo de lo que se espera sea un triunfo contundente del candidato Madero. Los animados operadores —antes se les decía seguidores— confían en que la campaña es casi un mero requisito para legitimar la avalancha de votos comprometidos con el heredero directo del Sufragio Efectivo no Reelección.
Es tanta la efervescencia de esta candidatura que el padrón de miembros activos ha crecido animosa y sorprendentemente. Donde había cien ahora hay doscientos militantes y casi todos ávidos de que llegue el gran día de ir a depositar su voto, aunque parece que lo harán bajo la lógica del trueque: mi voto a cambio de dinero, una despensa, una chamba, la promesa de una candidatura o algún cargo en la estructura del partido. La convicción del militante verdadero vive momentos graves y casi es un valor en extinción ante la maquinaria de la cargada. Triste realidad que el candidato niega o trata de no mirar. Su idea es llegar a como dé lugar y con lo que se pueda, total la moral es un árbol que da moras.
Una amiga panista del estado de México me dijo que en la entidad el listado nominal era de 15,252 miembros activos, pero repentinamente la cifra creció hasta 20,872. No es extraño que eso suceda en uno de los comités más señalados por ejercer conductas fuera de la ética del PAN. Todavía más penoso es lo que sucede en municipio de Tlalnepantla de Baz, de un listado de 852 miembros activos en pocos días ha llegado a 1021. Algún cínico dirá que el crecimiento en el número de militantes se debe o es consecuencia de del impacto del mensaje doctrinal, ideológico y propositivo de Madero.
La causa del candidato carece de causa, su campaña no es una campaña, en su discurso están ausentes las ideas y, lo más grave, el fondo lo confunde con abismo. Madero tuvo la oportunidad de ser un verdadero líder del PAN, de ser el fiel de la balanza para encausar al partido hacia su recomposición interna, para luego salir a competir por el poder público en elecciones abiertas. Dice que la suya no es una campaña por la división, ni del odio, pero varios de sus seguidores lo hacen para vengarse del calderonismo. No quieren que gane Madero, quieren que desaparezca lo que esté ligado al ex presidente de México. Otros más lo ven como el delfín donde hay que subirse para quedarse con el control de las estructuras del partido en los municipios o estados que luego les permita lucrar, incluso tener inmunidad.
Lejos se quedo Madero de ser un panista para recordar. Su campaña se parece más a un pacto político mafioso, donde los participantes del mismo representan células que día a día matan al PAN, porque le han quitado su esencia de partido político democrático, de partido considerado casa de ciudadanos libres y de partido opositor al poder corruptor. De ganar, de qué será dirigente; de un partido político o de un aparato para llegar al poder; será dirigente de la militancia o padrino de la camarilla que lo ayudó a llegar. Tendrá sentido para los panistas apoyar a una dirigencia que los aplastó, que les quitó su derecho a elegir libremente a su dirigente. Ya tuvo su oportunidad de dirigir al PAN y no marcó una diferencia digna de reconocer, no hay en su registro como presidente cosas para recordar. Existe evidencia de que no actúa con la visión que un dirigente debe tener, si la tuviera en este momento no sería candidato.
Está por venir un desenlace donde la minoría tiene la mayor fuerza moral para pelear por su partido, para dar la batalla en franca minoría ante el avasallamiento del poder, el dinero y la manipulación. Son militantes de firme convicción que pueden perder una elección, pero nunca su derecho a ser libres y a manifestar su inconformidad por tanta suciedad que colma a los que quieren ganar el poder, a pesar de perder al partido.
Está próxima la hora en que unos votarán por el PAN y otros por ganar la plaza, las rutas del tráfico de posiciones, de cargos y prebendas. Es la disyuntiva que abrió la candidatura de Madero. Por decisión propia se anotó para competir cuando le tocaba guiar una elección; quiso ser parte cuando le correspondía ser juez en un proceso interno donde está en juego el futuro de un partido con historia. La campaña de Madero quiere fiesta en una parte, la de sus operadores, pero también un velorio en la puerta de enfrente con los restos del PAN.
Puede recomponer? Sin duda, es una decisión de voluntad y de reflexión. Su pariente ganó promoviendo el sufragio efectivo no reelección, toca a él la última palabra.