POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Zurdos, hijo de puta, tiemblen. ¡Viva la libertad, carajo! La multitud enardecida respondía: ¡Viva! Era el héroe de la derecha argentina: el león, un hombre despeinado, vestido con una gabardina de piel negra, lo abrazaban, brincaban de emoción y todos se entusiasmaban, porque iba a llegar la libertad. Desde el pódium del mitin gritaba que la casta política toda estaba cagada por su movimiento. Arrebataba la palabra, gesticulaba, manoteaba, era un actor, un hombre que hacía reír, que gustaba verlo, porque se imponía destrozando al otro. Milei era un espectáculo, de formación economista, con artículos y libros publicados en favor del libre mercado.
Era el candidato de las audiencias capturadas para la televisión, tenerlo era llamar la atención de los electores, sobre todo cuando ridiculizaba a sus oponentes. Era el personaje ideal para ganar elecciones para la derecha. Las luces de las televisoras lo proyectaban. ¿Había ocupado un cargo de gobierno antes?, no; ¿había tomado alguna decisión pública con anterioridad?, no; ¿sabía de los problemas públicos?, no; pero ganó las elecciones en Argentina. Javier Milei “el Loco” es el presidente argentino, un tipo egocéntrico y narcisista que apenas había sido diputado en el 2021. La derecha lo empoderó, deshicieron al gobierno del presidente Alberto Fernández de corte progresista y llevaron a su libertario al triunfo electoral.
Con Mauricio Macri como presidente de Argentina, la deuda pública se desbordó; el problema de la desigualdad social creció, fue a las elecciones y perdió frente a Alberto Fernández que, una vez en la presidencia, no pudo disminuir la pobreza y marginación heredados. Como era progresista, se echó de enemigos a la aristocracia y a los políticos beneficiados del poder público y perdió frente al “Peluca”, al que le gusta más que le digan el “Loco” Milei. Así empezaron los juegos del hambre para los marginados, a quienes proponía vender sus órganos de manera legal si querían dinero. La justicia social para él es una aberración, por eso cargaba una motosierra para acabar con los apoyos sociales. Al papa Francisco lo llamó imbécil que defiende la justicia social e hijo de puta que predica el comunismo.
En sus primeros cien días de gobierno, los sindicatos hicieron una huelga general, acompañada de paros escalonados del transporte público, los trenes, aeropuertos y el gremio bancario. Anunció la desaparición del banco central, despidió a miles de trabajadores del Estado y acabó de un plumazo las partidas presupuestales dedicadas a educación, salud y justicia. La periodista, Olga Wornat ha dicho que el gobierno de Milei es una catástrofe, la pobreza aumentó en casi tres millones, los precios de los alimentos subieron el trescientos por ciento. Ya no manda dinero a los comedores de escuelas de niños pobres. Las universidades públicas están a punto de quebrar. Cuando los gobernadores reclaman el dinero que les corresponde, responde que los va a orinar a todos.
El Fondo Monetario Internacional recomendó ir con más calma para no afectar a los sectores más vulnerables y a los trabajadores, pero siguió con la motosierra. Milei sigue luchando contra los comunistas y los socialistas, en un país donde nunca ha existido ni el comunismo ni el socialismo. ¿Y eso que tiene que ver con México?, todo. La derecha mexicana no es diferente a la derecha argentina. Un empresario que se hizo millonario con concesiones del Estado ahora hace un movimiento nacional simplemente porque le cobran impuestos.
La oligarquía mexicana buscó a su Milei en Kenia López Rabadán, en Lilly Téllez y decidieron por Xóchitl, solo que acá no ha funcionado. Pero van a insistir. Los electores deben saberlo y estar alertas.