Y como si tuviera muy limpia y tranquila la conciencia, Hugo López-Gatell Ramírez , mejor conocido como Doctor Muerte, se casó el fin de semana con su novia Rebeca Peralta Mariñelarenaes.
Feliz, contento y sonriente, el cínico ex subsecretario de Salud -en realidad operaba como secretario, porque el titular, Jorge Alcocer Varela es un florero– se organizó una fiestecita.
¡Ah, porque uno no se casa todos los días!
Total, el millón 200 mil muertos por Covid-19 de 2020 a 2022 pus ya se murió y, como reza el dicho, “el muerto al pozo y el vivo al gozo”.
El fracasado zar anticovid, calificado por Andrés Manuel López Obrador como “el mejor funcionario del mundo” -una mentira como la del sistema de Salud superior al de Dinamarca o como la de ayer de que Claudia Sheinbaum será la mejor presidenta del mundo- renunció a esa beca y quiso ser candidato a jefe de gobierno de la CDMX y a diputado o senador.
Quería el fuero por si se ofrecía, porque sabe perfectamente que hay elementos para acusarlo de negligencia.
Por ser un aplaudidor del señor que presume austeridá pero vive en un palacio, regresó a la beca -vivir fuera del presupuesto es vivir en el error- justo en Palacio Nacional como Coordinador general de política y gobierno.
Percibe un salario bruto es de 181 mil 276 pesos mensuales, mientras que el neto -luego de impuestos- queda en 125 mil 986.82 pesos, un millón y medio de devaluados pero útiles pesos al año.
Muy cerca de los 128 mil 205 pesos de su jefe y protector, “porque nadie puede ganar más que el presidente”.
Cuatro de cada diez muertes por Covid-19 en México pudieron haberse evitado y se relacionan con la mala gestión del gobierno federal ante la crisis sanitaria, según el informe de la Comisión Independiente de expertos mexicanos.
Esa cifra se queda corta, es muy conservadora.
López-Gatell Ramírez ya había fracasado con Felipe Calderón en el combate a la epidemia de influenza cuando el virus tipo H1N1 sembró terror entre los mexicanos.
Es tan servil que en una conferencia en Palacio Nacional se atrevió a asegurar que el presidente no era una fuente de contagio, pero lo peor fue negarse a recomendar el uso del cubrebocas para evitar la propagación de la mortal enfermedad y asegurar, incluso, que no servía de nada.
Será recordado por su proyección absurda que, en un escenario catastrófico, fijaba en 60 mil el número de muertos.
– El mínimo era seis mil. Otro escenario era ocho mil. Otro era 12 mil 500, que lo presentamos en una conferencia de prensa el 27 de febrero, allá en la Secretaría de Salud. Y teníamos así hasta 28 mil, que se redondea a los 30 mil, e incluso un escenario muy catastrófico que podría llegar a 60 mil.
¿Cuál de ellos es real? La respuesta es: todos pueden ser reales en distintas condiciones.
Y nadie sabe ni sabrá con exactitud el número de muertos por Covid-19.
¿700 mil? ¿800 mil? ¡Un millón!
La negligente forma como el gobierno de López Obrador atendió la epidemia será juzgada con el tiempo y, acaso, castigada.
Todos, todos los mexicanos conocen a alguien que murió, que enfermó gravemente o que sólo se contagió.
Ese gran hombre y funcionario se casó.
¡Felicidades!
Sólo falta que Claudia Sheinbaum le mantenga la beca en su gobierno, que comienza el 1 de octubre.
Vámonos: El INE y el Trife perfilan decisiones a favor de Morena y de López Obrador: mayoría calificada con todo y sobrerrepresentación y triunfo inobjetable en las elecciones, pese a la descaarada y grosera intervención del tabasqueño.
Como dijo él el sábado (y luego se queja): “No les gusta, machines, pues al rancho –La Chingada– de Palenque”.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex