Yasmín Esquivel Mossa es una sinvergüenza, copiona y farsante.
La ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), esposa de José María Riobóo, contratista preferido y amigo de Andrés Manuel López Obrador, se atrevió el lunes a exigir -sugerir, dice- la renuncia de Norma Lucía Piña Hernández, presidenta del máximo tribunal, “porque no es una interlocutora capaz entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial”.
Se refiere, por supuesto, a que Piña Hernández no se sometió jamás a los designios del ídolo de Macuspana, pero la realidad de ese odio es la envidia, porque haber plagiado la tesis para titularse del nivel licenciatura en Derecho por la UNAM -después se conoció que también la de doctorado en la Anáhuac- la dejó fuera del puesto -en primer lugar- y le resta toda autoridad moral, porque su amo López Obrador quería que ella fuera la presidenta.
La reforma judicial, que el tabasqueño empuja y quiere aprobada en septiembre, antes de dejar el cargo, no sólo pretende que el pueblo bueno elija a mil 649 jueces, magistrados y ministros, sino que la SCJN quede en sus manos.
El trasfondo es que la Corte echó abajo sus desquiciadas reformas, como la eléctrica, la político-electoral, el Plan B de la electoral y el traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena, porque así lo ordena la ley cuando se viola la Constitución, y no por tratarse de una invasión de atribuciones, como argumenta López y sus fieles le creen.
Todas las tendrá, si es que no cambia la repartición de diputaciones y senadurías, tras la elección del 2 de junio y las impugnaciones a la mayoría calificada de Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
La elección de los ministros y jueces por votación del pueblo bueno no cae bien ni a los leales a Andrés Manuel.
Loretta Ortiz Ahlf, propuesta por el de Macuspana, Tabasco, a la Corte ha dicho que éstos no deben llegar por elección popular y que no se dan en maceta.
Durante una conferencia sobre inteligencia artificial en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), hace unos días, Ortiz Ahlf hizo un paréntesis para abordar la reforma judicial y expresó su preocupación sobre el tema.
La esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, cercano al tabasqueño y fundador de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido que inventó y administra el hoy presidente, sorprende con su posición.
Margarita Ríos Farjat, también ministra e igualmente propuesta por Andrés Manuel, dice ser neutral, pero se pronuncia porque el Poder Judicial sea integrado de manera distinta, no a través de las urnas.
José Luis González Alcántara, impulsado por él, ha sido descalificado desde Palacio Nacional, al acusarlo de salir conservas por no votar a favor de sus locuras e ilegalidades.
Esquivel Mossa es la otra becada que impulsó el señor que tiene otros datos.
– Yo no considero que sea el perfil para llegar a la Corte, los abogados que necesita la Corte deben tener un perfil específico y éste no se puede alcanzar en las urnas, ha dicho Ortiz Ahlf, la ministra que suele votar todo a favor de quien la patrocina.
Otra palera, que no tiene el nivel de preparación para estar en la SCJN, es Lenia Batres Guadarrama, la hermana de Martí Batres Guadarrama, jefe de gobierno sustituto de la Ciudad de México.
Cabe recordar cómo Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien renunció a la presidencia de la SCJN, en franca violación a la Constitución, que ordena una grave causa para hacerlo, para sumarse al equipo de campaña de Claudia Sheinbaum Pardo, la candidata presidencial de Morena y ganadora del proceso, apoya, por supuesto, la elección como método, pero se contradice porque antes declaraba que eso le resta imparcialidad, autonomía y credibilidad.
-No necesariamente el más simpático es el mejor juez, ha señalado.
Y tiene razón.
Vámonos: Vaya pleito entre Marko Cortés, Javier Lozano y Felipe Calderón. Ninguno asume su responsabilidad en las derrotas del Partido Acción Nacional (PAN).