La movilización del domingo en defensa del voto y del Instituto Nacional Electoral (INE) fue un éxito, pese a los intentos de Andrés Manuel López Obrador de desvirtuarla y ligarla a Genaro García Luna y a Felipe Calderón Hinojosa.
No hay duda.
La sociedad ha respondido a los agravios de un presidente que se siente dueño del país y que diario ataca a quien se le ocurra.
Más de un millón y medio de personas en todo el país, sin acarreos, sin regalar dinero, sin ofrecer algo a cambio de acudir.
Y el Zócalo, a reventar.
Teñido de rosa, el color del INE.
Los oradores cumplieron su cometido: que los manifestantes reaccionaran al llamado a defender la democracia y al voto como la única manera de que haya alternancia en paz.
Hasta ahí, todo bien, pero ¿quién va a capitalizar esa gran respuesta?
¿Dónde está el líder, la cabeza del movimiento, que a estas alturas ya debería estar identificado, decidido, para aglutinar, para recorrer el país y fortalecer la respuesta que enfrenta a Andrés Manuel y a los 700 mil millones de pesos que regala al año del erario en becas y pensiones?
EL MIEDO EN PALACIO
López Obrador se atrincheró.
Palacio Nacional estaba rodeado con los muros de acero que tantas veces criticó cuando era oposición, cuando marchaba.
Ver el Zócalo y las calles aledañas a reventar le preocupa y molesta.
Por eso su reacción, nada extraña, de descalificar, de minimizar y de insistir en que los participantes son parte del grupo de poder, que pide mantener los privilegios, defender al INE y a García Luna.
Ahí la llevan, insistan, dijo en su mañanera de ayer cuando fue cuestionado sobre las marchas y mítines en las principales plazas del país.
Les falta, nosotros llenamos el Zócalo sesenta veces antes de conseguir el cambio. Y no sólo lo llenamos, lo desbordamos.
Exagera y miente, de nuevo.
Ignoro las veces que lo ha llenado, pero puedo asegurar que no son ni la mitad de lo que dijo.
Nos faltó Zócalo, contestó el Frente Ciudadano y destacó que fueron 120 ciudades, donde se dio la movilización.
Y el mismo discurso de López Obrador.
No quieren la transformación del país, quieren seguir robando, dijo.
Dice que primero los pobres.
Basta recordar cómo reconoció que lo hace por estrategia.
Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesite defender, en este caso la transformación se cuenta con el apoyo de ellos. No así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad, entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política, dijo.
Los ataques son incontables.
Adán Augusto López, entregado a su protector, llamó trasnochados a quienes participarían en las marchas.
Mario Delgado, sin discurso propio, calificando de farsa la marcha.
Y para desvirtuar, la colocación de una megamanta con la figura de García Luna, con el logotipo del PAN en fondo de agua y la leyenda GarcíaLunaNoSeToca y carteles. No te equivoques, Andrés Manuel.
Lo del domingo es una muestra de cómo no todos te apoyan.
Le toca a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolver.
Vámonos: Otra vez el Ejército, otra vez Nuevo Laredo.
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