CUAUTITLAN, Mex.- En México el 1.4 por ciento de la población está infectada de hepatitis C, mientras que la cirrosis hepática ocupa entre el cuarto y el quinto lugar entre las causas de muerte, informó Gabriela Gutiérrez Reyes, de la Facultad de Medicina quien añadió que de esa cifra se desconoce con precisión qué parte se originó con la hepatitis C.
A propósito del Día Mundial contra la Hepatitis, que se celebró el anterior 28 de julio, y a fin de crear conciencia de esa enfermedad (que según la Organización Mundial de la Salud, OMS, cada año causa la muerte de 1.5 millones de personas en el orbe), la investigadora Gabriela Gutiérrez recordó que cuando no se atiende, la inflamación del hígado que caracteriza a la hepatitis avanza a fibrosis, modifica el acomodo y la comunicación de los hepatocitos y continúa a la cicatrización o cirrosis, lo que endurece a dicho órgano e impide su funcionamiento, vital para el organismo.
Destacó que para este 2015 el lema de la efeméride es “Prevenir la hepatitis, actuar ya”, de lo cual el gastroenterólogo e internista José Luis Pérez Hernández, médico adscrito a la Clínica de Hígado del HGM, destacó que la mejor medicina para este mal es la prevención y el principal reto es modificar hábitos entre la población.
“Hacerse tatuajes sin la seguridad de que las agujas y la tinta estén libres de contaminación, compartir jeringas al drogarse y ejercer actividades sexuales sin protegerse con un condón son las prácticas de riesgo más comunes para que, especialmente los jóvenes, adquieran alguna de las hepatitis de origen viral”, destacó.
En la mayoría de los pacientes no se enteran de que están infectados, pues la hepatitis puede ser asintomática por mucho tiempo, hasta que llega a una etapa avanzada en la que ya haya causado daño al hígado, en ocasiones incluso ya de manera irreversible, dijo Gabriela Gutiérrez Reyes.
Existe la hepatitis A, siendo la más leve, curable, no es crónica y se previene al lavarse las manos y utilizar alimentos y líquidos libres de contaminación; además de la tipo la B y C, ambas crónicas y su infección se puede prolongar por muchos años, incluso sin expresar síntomas en las primeras etapas. “En nuestro país la más usual es la C”, señaló Pérez Hernández.
Se transmiten por transfusiones de sangre contaminada, un asunto casi resuelto en México después de 1990 gracias a que en los bancos de ese líquido existen pruebas para evaluar y confirmar que esté libre del virus de hepatitis C, así que al detectarlos se evita la donación de sangre contaminada. Todos los pacientes que fueron transfundidos antes de ese periodo tienen riesgo de padecer esta enfermedad, reconoció.
En busca de una alternativa a las biopsias hepáticas, ambos investigadores pretenden utilizar una Qdecena de proteínas como marcadores tempranos. “Ya hemos ubicado unas 10 proteínas que probamos en un centenar de pacientes, pero nos faltan pruebas en al menos 200 para avanzar en el método diagnóstico”, finalizó.