TLALNEPANTLA, Méx. “No sé si dio la vida por el trabajo”, se pregunta Juana Domingo Santiago. Su esposo, José María Hernández Castillo, de 58 años de edad, guardia de los Cuerpos de Seguridad Auxiliares del Estado de México (Cusaem), se suicidó en su domicilio de Nicolás Romero el pasado 9 de diciembre.
Don Chema, como era conocido, laboró durante 24 años en los Cusaem, dependientes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) del gobierno del estado de México, y los últimos 18 años estuvo comisionado como vigilante en el fraccionamiento Los Pirules, en Tlalnepantla.
Representantes de la Cusaem apoyaron a la familia de Hernández Castillo con los gastos funerarios, pero retiraron el servicio médico a la viuda y se niegan a pagar alguna pensión, con el argumento de que no tiene derecho a tales prestaciones.
Teresa González Juárez, secretaria de la Asociación de Colonos de Los Pirules, solicitó por escrito la intervención del gobernador Eruviel Ávila Villegas para que apoye a la familia del vigilante fallecido, en documento fechado el 27 de febrero pasado.
“Recurrimos a su persona para solicitar una vez más que se pensione al oficial José María Hernández Castillo, miembro de la Policía Auxiliar del estado de México, quien brindó durante muchos años el servicio de vigilancia urbana en nuestra comunidad, quien nos vio crecer y ahora ya somos profesionistas”, dice el escrito.
Agrega: “Solicitamos por su conducto que la región responsable del servicio de nuestro fraccionamiento presente un Plan de Trabajo que incluya prestaciones (a los vigilantes) como son aguinaldo, vacaciones, servicio médico, pensiones, equipo de trabajo, etcétera”.
Domingo Santiago recuerda que don Chema pasaba la Navidad y Año Nuevo cumpliendo con su trabajo en Los Pirules, donde con frecuencia se quedó hasta por una semana. También se perdió los cumpleaños de sus hijos, ahora adultos.
“Nada más iba a la casa a descansar, a las siete salía de la casa y a las 9 entraba a su trabajo. Así diario, toda su vida”, añade.
Menciona: “En un principio, cuando empezó a trabajar, aquí era la caseta, en la Asociación (de Colonos de Los Pirules), a veces se quedaba una semana, yo le traía de comer, su ropa, se cambiaba, se bañaba, todo aquí, a veces no se iba a la casa, a veces se quedaba toda una semana”.
Hace años las jornadas de don Chema eran de 12 horas de trabajo por 12 horas de descanso, por lo que sólo regresaba a su casa a dormir. Posteriormente fueron de 24 por 24 horas.
“El 24 (de diciembre) no pasaba con nosotros, él pasaba aquí. Luego le decía, ven a pasar siquiera un ratito con los hijos, ya después te vas a tu trabajo. Tiene como tres, cuatro años que empezó a hacer esto, pero antes no, pasaba aquí su año nuevo, su trabajo, los cumpleaños de sus hijos. Él en su trabajo”, afirma.
Don Chema comenzó con malestares hace algunas semanas y los médicos le diagnosticaron principios de neumonía. Parecía que se recuperaba, pero se preocupaba por faltar a su trabajo y la mañana del pasado 9 de diciembre se suicidó en su domicilio, en Nicolás Romero.
“No sé por qué tomó esa decisión. De hecho le digo que estaba enfermo, pero ya íbamos adelante. No sé por qué, ni a sus hijos les dio explicaciones”, repite su viuda.