ENTRE SOMBRAS HUMEANTES Y CABEZAS DE SERPIENTES DE AFILADOS COLMILLOS
Estaba el Juan Barrancas en medio de las cruces de las lápidas, del silencio sepulcral, pero en su interior, en su agitado corazón reborbollaba la sangre y se quebraba, se rompía, a su tímpano una voz le susurraba su nombre, Juanito, Juanito y para colmo lo que más le pateaba el orgullo era el diminutivo…