LA NEGRA Y LA MARQUESA DE SADE CLAVANDO EL PUÑAL
El calor era de los mil infiernos y Margarita se quitó el chal que llevaba y había quedado en su vestido, que por la humedad era ya transparente y le entallaba cual doncella del trópico, su figura exudaba una pasión costeña que ¡ay mamita! y que distraía la mente del Juan Barrancas, no se podía…