ENSAYO DEL FIN DEL MUNDO UN VIERNES NON SANTO
La corteza del cráneo pegada al cerebro era como un peso que le iba a arrancar la cabezota del Juan Barrancas, la lengua seca, esa pesadez que lo inmovilizaba al extremo de quedarse tirado sin hacer nada, en lo que era un especialista, un maestro de la contemplación, sobre todos de los ocasos de aquellos…